Tuesday, May 19, 2009

LIBREMENTE MIA


Vivaracha, alegre, espontanea, estruendosa carcajada, segura de que te miran mas tu no pareces prestar atencion a tus alrededores. Te desplazas de lado a lado por todo el auditorio, saludando, abrazando y besando. Estoy impaciente esperando a que llegues hasta donde estoy parado.

Mientras saludas con toda coqueteria a uno de tus invitados, tus ojos se percatan de que estoy aqui. Tu mirada es intimidante, fuerte, punzante como espada pero no quiero mostrar que me halaga, mas no quiero desaprovechar los segundos que me tocan de tu atencion y te devuelvo una mirada parecida, profunda, acompanada de una sonrisa tan leve que la siento invisible, la siento falsa.

Tu levantas tu ceja izquierda y la interpreto como un “ya te vi”. Me quedo sastisfecho solo por ese instante pero aun sigo impaciente con mariposas en el estomago esperando a que llegues a mi. Tu continuas en tu afectuoso saludo y mediacion de palabras vanas, del que quiere agasajar a sus amigos y se me retuerces el higado al ver como con una carcajada respondes a lo que ese, te dijo al oido mientras le abrazas y le vuelves a plantar otro beso y yo aqui sintiendome entre invisible al descubierto reventandome la envidia y el celo.

Mientras le besas en su mejilla veo como el deslisa su mano por tu espalda y estoy a punto de quedarme sin aire al ver como ese, en camara lenta, se aproxima a esa curva tan maravillosa y vuelven esos tus ojos brujos, malditos ojos, a mirarme y esta vez parecen preguntarme; “quieres uno?” Que si quiero uno?, quiero dos, tres...una inmensidad de ellos, que me ahoges de caricias y que me dejen sordo tus carcajadas. Yo te miro y sonrio sin arriesgarme mucho, no quiero mostrarme desesperado, pero no puedo dejar de mirarte en ese traje de color fuego.

Continuas tu trayecto de saludos y te desvias de mi, maldita sea esa forma de ser que me lleva a caminar en una cuerda floja y constantemente sentir ese temor de estar a punto de caer al precipicio.

Ya estas alla, sobre el nivel de la muchedumbre, esbelta, elegante, radiante, como estrella brillante. Haces tu espectacular presentacion de manera intelectual, jovial, jocosa y soy testigo de como afectas a muchos a quererte mas y a otros a odiarte un poquito mas que ayer. Con magestuosidad concluyes tu protagonico y entre aplausos y halagos te devuelves a la gente. Algunos te regalan rosas, otros peluches, te tocan, te abrazan, te hablan, te sonrien, te vuelven a abrazar y hasta te besan, pero yo no existo para ti. Te admiro, te aplaudo, te consiento, te odio, te deseo, te amo...Te amo! Pero te juro que esto que siento, _me lo callo.

Retomo mi postura me pregunto si he dicho todo en alta voz o me lo estaba pensando. Me consumen los nervios, la espera, la intriga, me condeno a la espera de otra mendiga mirada pero ya no estas por ningna parte. Tal parece que te hastiaste de la gente, estaras en el camerino, estaras en el tocador, a donde te habras ido.

Maldita sea, estupido, esperando siempre...y ella...ella en su soberania, exquisita, sabiendo lo que quiere y paso firme en donde anda. Pero eso es lo que me fascina mas de ella, esa maldita, bendita forma de ser mujer. Prefiero mantener mi dignidad doy por fin mi retirada. Al fin de cuentas la odio, nah, mejor no pienso nada y que la acompanen sus angelitos por donde valla.

Me acuerdo que camine muchas cuadras bajo el frio de esa noche invernal. Me fume no se cuantos cigarrillos hasta sentirme mas sosegado y tome el tren hasta mi casa.

Bendita sea mi suerte, mi dicha sorteada que te encontrara mujer, en aquella madrugada temblando de frio, en el pasillo sentada justo en frente de la puerta. Me quede helado, como ahora lo recuerdo, tu levantaste el rostro de entre tus brazos y me diste una mirada, no maldita, no coqueta, mirada que me decia, “esta, verdaderamente soy yo.” No te hable, no te pregunte nada, te veias tan diferente como indefenso angel sin alas.

Saque las llaves de mi bolsillo, abri la puerta, encendi la luz y te extendi mi mano. Sin dejarnos de mirar me extendiste la tuya y en pasos lentos, suaves, con toda tranquilidad caminaste hacia mi. Mis ojos no lo podian creer parecia un sueno, te aproximabas a mi y en cada paso que ibas dando yo sentia una llama que se iba haciendo mas intensa y que me quemaba de los pies a la cabeza. Parecian como siglos los segundos que utilizaste para acercar tu cuerpo al mio.

Y esa maldita mirada, bendita mirada que se trajo enredado tu cuerpo para acoplarse con el mio y me echaste tus brazos por mi cuello y te estreche en los mios, nos fundimos en el mas tierno beso. Y tu cuerpo se fue entregando a mi calor y dejo de temblar. Mientras caia al suelo tu traje color fuego y la puerta se fue cerrando lentamente...

Coqueta

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